Su origen se sitúa en Alemania, a finales del s. XV o principios del XVI. A los antiguos cañones de mano (büchse) se le acoplaron garfios (haken) con que fijarlos a las murallas con el fin de precisar la puntería. Estos arcabuces de muralla o de gancho se hicieron más ligeros y se les incorporaron los nuevos sistemas de disparo, como la llave de mecha o serpentín.
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