Basílica de Nuestra Señora del Pilar

Introducción

La tradición pilarista descansa, esencialmente, en la venida a Zaragoza de la Virgen María el año 40 d.C. cuando ésta aún moraba en Jerusalén; no se trató de una aparición -tal y como aconteció en Lourdes o Fátima-, sino de una venida “en carne mortal”, como reza la jaculatoria pilarista. Quiso, de este modo, confortar al apóstol Santiago, que evangelizaba, no sin dificultades, en la ciudad de Caesamugusta durante la dominación romana. La Virgen le entregó una columna, como símbolo de la firmeza que debe poseer la fe cristiana, y le ordenó construir una capilla.

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