Duques de Pastrana
Introducción Familia nobiliaria cuyo título fue creado por Felipe II (1556-1598) en 1572 para el príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva y Téllez de Meneses (v. Éboli, Ruy Gómez de Silva y Téllez de Meneses, Príncipe de -). Gómez de Silva ya había sido distinguido como Grande de España por el monarca al habérsele concedido en 1568 el ducado de Estremera, título que cambió por el ducado de Pastrana, localidad caracense en la que fundó su mayorazgo. En 1573, a la muerte del I duque de Pastrana, su hijo Rodrigo, primogénito de la célebre princesa de Éboli (v. Éboli, Ana Mendoza de la Cerda y Silva, Princesa de -), heredó el título. La posibilidad de que Rodrigo fuera hijo natural de Felipe II ?noticia inventada por el secretario personal de Felipe II, Antonio Pérez? ha abundado siempre en el mito femenino de la princesa de Éboli y su tormentosa vida. La inestabilidad y la irascibilidad del carácter de Rodrigo quedaron bien pronto demostradas al formar un grupo de bravucones escogidos entre sus amigos aristócratas. La leyenda de su atrabiliaria crueldad se afianzó cuando adquirió la costumbre de cortar la nariz a alféreces o soldados que le pudieran resultar molestos, entre ellos el alférez Medrano. Debido a unas fuertes disputas con su madre, el II duque de Pastrana ingresó en el Ejército sin el permiso de ésta para servir como militar en la conquista de Portugal (1580). Acompañó a los capitanes marqués de la Favara y Alfonso de Leiva ?célebres por sus desórdenes?, enrolado en las tropas del duque de Alba, después del enfrenta-miento bélico desencadenado por la pretensión del trono de aquel país por parte de Felipe II, frente a la oposición de Antonio de Portugal, quien finalmente fue derrotado por las tropas españolas en Alcántara (Cáceres). En 1584 contrajo matrimonio con Ana de Portugal. Cuatro años más tarde inició un proceso de nuevos enfrentamientos con su hermano Diego, duque de Francavilla, y con su madre, confinada entonces en Pastrana. El motivo del enfren-tamiento de los Pastrana fue, principalmente, la acusación de prodigalidad de los bienes heredados del fundador del linaje. De hecho, años atrás fue el propio monarca quien forzó a la princesa de Éboli a renunciar a los hábitos y a responsabilizarse de la administración del dinero de los hijos, tal y como había dispuesto su esposo en el testamento. En el enfrentamiento con su madre no ahorró Rodrigo ningún reproche sobre su comportamiento: fue acusada de rodearse de un nuevo y completo personal de servicio, amén de organizar carísimos banquetes, fiestas y orgías. El empeño puesto en el tratamiento vejatorio contra la princesa obligó a salir al paso a algunos nobles como Antonio Enriquez, amigo del conspirador Antonio Pérez, quien conminó al joven duque a que depusiera su violenta actitud. A pesar de todo, Rodrigo realizó una muy brillante carrera militar y fue respetado como oficial por los mandos superiores. Actuó en los Países Bajos como general de caballería cuando era gobernador el duque de Parma, Alejandro Farnesio. Durante su estancia en Flandes en calidad de general de la caballería de Alejandro Farnesio fue distinguido y reconocido en diversas ocasiones. En 1589, el propio Felipe II contempló la posibilidad de nombrarlo gobernador de aquellas provincias en sustitución de Farnesio. A su regreso a España se reconcilió con su hermano Diego, junto a quien preparó el matrimonio del duque de Alba con una hija del duque del Infantado, Iñigo III, alianza que contrariaba la voluntad del rey y que provocó su confinamiento durante casi dos años en Talavera de la Reina (Toledo). Después de su encierro retornó a Flandes como militar. Murió en Luxemburgo en 1596, tan sólo cuatro años después que su madre. Le sucedió en el título su hijo Ruy Gómez, marqués de la Eliseda, que fue embajador de Felipe III (1598-1621) y Felipe IV (1621-1665), alcalde y alférez mayor de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y caballero de la Orden de Calatrava. Hijo de éste fue Rodrigo Silva, IV duque de Pastrana, el cual se adscribió a los partidarios de Juan José de Austria -único hijo natural reconocido por Felipe IV- en sus aspiraciones al trono regentado por Mariana de Austria. El IV duque de Pastrana ostentó los cargos de mayordomo mayor de la reina y consejero de Estado y de Guerra. Tras su matrimonio con Catalina de Mendoza, el título de Pastrana quedó vinculado a la casa del Infantado. Su hijo Gregorio heredó de su madre el ducado del Infantado.
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