Escolania

Introducción

En su acepción más genérica, coros formados sólo con voces de niño o también aquellos otros coros mixtos en los que son encomendadas a niños las partes de soprano y contralto. En su acepción más específica, el término escolanía se deriva de escuela y se refiere a los niños, que, según el sistema educativo medieval, al cumplir los seis o siete años de edad terminaban la etapa de infantes y eran admitidos en las escuelas. Desde ese momento se les distinguía con el calificativo de scholaris. En Cataluña y Valencia se usa el término escolán –como en Aragón, según las Actas Capitulares de las Catedrales, infantes chori, infantillos (infaticos) y pueri chori, o en Andalucía y el resto de España seises, cantorcillos, moços de coro o niños de coro– para denominar a los niños que, desde la Edad Media, participaban como cantores en los oficios litúrgicos y, al menos desde el s. XVI, formaban parte de las capillas musicales reales, catedralicias o monacales. En los libros de Actas Capitulares de las Catedrales de Zaragoza aparece con frecuencia el término escolanía (p. e., Actas Capitulares, El Pilar, 10-IV-1668 y 17-III-1671) con un significado diferente, es decir, refiriéndose a los escolares que, como auxiliares de altar, estaban al servicio del culto de algunas de las capillas existentes en ambos templos. Así por ejemplo, en las Actas Capitulares de la Seo (4-X-1669) se dice: “Que se excluyan dos infantes y se les acomode en algunas capillas de la Iglesia, y se admitan los dos que hay pretendientes”. Algunos infantes, por lo tanto, después del cambio de voz, eran destinados a atender servicios de culto en las capillas, denominados escolanías, término que las mismas Actas contraponen al de infantería, ya que este último, cuando se usa, siempre es para referirse a los infantes pertenecientes todavía a las capillas de música. A partir del s. XIX el uso del término escolanía, para referirse a los coros de niños, fue generalizándose por todas las regiones de la Península Ibérica en detrimento de aquellos otros más enraizados en las tradiciones musicales históricas de España. El prestigio de la escolanía de Montserrat (Barcelona) pudo haber influido decisivamente en este proceso, especialmente desde que Baltasar Saldoni publicara su Reseña histórica de la escolanía o colegio de música de la Virgen de Montserrat en Cataluña desde 1456 hasta nuestros días(1856). La historia sobre la participación de los niños en la práctica litúrgicomusical, musical papal, catedralicia o monacal, está ampliamente documentada desde épocas muy lejanas. Los Ordines Romani I-III de los ss. VII-VIII citan dos filas de niños cantores (infantes), flanqueando a los parafonistas de la Schola Cantorum romana. En España, ya en época visigoda, el Concilio X de Toledo (656), tercero de los convocados por el rey Reces vinto, que tuvo carácter nacional, dedica uno de sus siete extensos cánones a los niños ofrecidos por sus padres a la vida del claustro. En Aragón, Antonio Durán ha aportado una rica y amplia serie de importantes noticias desde el s. XIII (Missale Oscense, Pontificale-Benedictionale), que “atestiguan la participación de niños cantores en el culto catedralicio, alternando con las voces graves del chorus. Desde finales del s. XV empiezan a multiplicarse las noticias. La fundación del colegio de niños cantorcicos para la Real Capilla, en el s. XVI, serviría de acicate para el desarrollo en España del proceso de organización e incorporación de niños cantores (infantes) en las capillas musicales catedralicias. Durán aporta importantes noticias en este sentido: “en las sesiones capitulares se trataba concienzudamente de cuanto se refería a los infantes y, de manera especial, de la búsqueda de candidatos y de sus cualidades, a los que se exigía, más que nada, tener corta edad y poseer una voz bien timbrada”. En algunos casos, y en igualdad de condiciones, eran preferidos los que sabían leer, y no faltaban ocasiones en que el factor decisivo de admisión consistía en la presentación de un niño castrado. El 12-IX-1558 –es un ejemplo entre los muchos que figuran en los libros de administración catedralicia– “los señores del capítulo resolvieron que el maestro de capilla vea si un muchacho capón que hay en Aniés tiene voz y sabe leer y es de edad que pueda ser infante”. En el s. XVII era ya una práctica generalizada en todas las capillas de música, bien fueran reales, monacales o catedralicias, encomendar a niños las partes de tiple (I, II y III) del repertorio polifónico, debido a la tan repetida sentencia de San Pablo, ”mulleres in ecclesia taceant”, pero sobre todo, desde que el Concilio de Trento prohibió los denominados en España caponcillos (v. castrato) en favor de los tiples enteros, según las citadas Actas Capitulares (La Seo, 15-V-1648). Si en principio estos niños, pertenecientes por lo general a familias nobles, eran confiados como fomento de vocaciones para las comunidades monacales o regulares, que bajo la adopción de la regla monástica y vita communis regentaban las catedrales o monasterios, posteriormente se buscaban como cantores para las capillas de música y se construyeron colegios especiales para albergarlos y formarlos humana y musicalmente. Junto a las clases de música vocal e instrumental bajo la tutela del maestro de capilla y otros músicos instrumentistas, pertenecientes a las capillas de música, se les impartían también clases de gramática y latín. El número de niños ascendía generalmente a seis, así como su permanencia al servicio de las capillas de música duraba también seis años; de ahí el nombre de “seises” (6x6) en muchas catedrales españolas. Una vez llegado el momento de la mutación de voz, los niños debían abandonar su oficio de cantores y, por lo tanto, los colegios. Éste era el momento en que muchos de ellos pasaban al servicio del culto en las capillas, es decir, a las escolanías. Todas las catedrales y gran parte de los monasterios disponían de escolanías. Muchas de ellas, como p. e. la Capilla Sixtina en Roma (Italia), King College en Cambridge y en Oxford (Reino Unido), Wienersangerknaben en Viena (Austria), Regensburger Domspatzen en Ratisbona (Alemania), Thomanerchoren Leipzig (Alemania), Montserrat en Barcelona, siguen existiendo hoy y mantienen un gran prestigio internacional. Célebres maestros de la historia de la música, como Palestrina, Victoria, Guerrero, Soler, F. Xavier García, Haydn, Schubert, Sor, Eslava y Pedrell, se formaron musicalmente en estos centros. A partir del s. XIX, la progresiva incorporación de voces femeninas a los coros, buscando resultados más duraderos, por un lado, y la creciente secularización, así como el empobrecimiento de las catedrales a causa de la desamortización de los bienes eclesiásticos, por otro, han contribuido decisivamente a la decadencia e incluso desaparición de muchas escolanías. El espíritu regeneracionista sobre todo la promulgación en 1904 del Motu Proprio de Pío X, concediendo a la polifonía eclesiástica el mismo rango que al canto gregoriano, así como la insistente denuncia de la Iglesia contra la participación de mujeres en el canto litúrgico aportó, como hecho positivo, en el s. XX, un efímero renacimiento de las escolanías, que animó incluso a la creación de otras nuevas. En este proceso destacan, por la influencia que tuvieron a nivel internacional, los Petits Chanteurs de Croix de Bois(París, Francia), así como la asociación internacional Pueri Cantores que periódicamente celebra congresos con grandes concentraciones internacionales. Durante el s. XX casi todos los centros eclesiásticos de formación, como seminarios y todo tipo de internados, poseen su escolanía de niños. Entre las más conocidas pueden citarse: Tiples de Vitoria (Álava), Sacramentinos de Tolosa (Guipúzcoa), Corazón de María de Játiva (Valencia), Madre de Dios de Begoña, Santiago Apóstol de Bilbao (Vizcaya), Padres Capuchinos de San Sebastián (Guipúzcoa), Santuario de la Merced de Jerez de la Frontera (Cádiz), Tiples de la Sagrada Familia de Madrid, Nuestra Señora de los Reyes de Sevilla, Tiples de Rentería (Vizcaya), Escolanía San Ignacio de San Sebastián, Escolanía de Nuestra Sra. del Recuerdo de Madrid, Escolanía Loyola y Niños cantores de Navarra de Pamplona o Escolanía de Comillas. La introducción de las lenguas vernáculas en el culto litúrgico, la reforma musical auspiciada por el Concilio Vaticano II y la consecuente urgencia de crear nuevos repertorios en lengua vernácula para cubrir el vacío causado por el abandono de los tradicionales cantos latinos, el declive de la enseñanza musical en los seminarios y colegios religiosos, y el fomento del canto comunitario en detrimento de los coros ha propiciado, al menos en ambientes eclesiásticos, el cierre de muchas escolanías. Entre las de más tradición histórica, que existen aún hoy en España, se pueden citar: Montserrat (Barcelona, 1307), Infantes del Pilar (Zaragoza, s. XIII), Lluch en Mallorca (Baleares, s. XIII), Seises de Sevilla (Edad Media), Seises de Toledo (Edad Media), Nuestra Señora de Aránzazu en el País Vasco (s. XVI), Merced de Barcelona (s. XVIII), Covadonga (Asturias, s. XIX), Desamparados de Valencia (Edad Media), Niños Cantores de la Catedral de Guadix (Granada) y Escolanía de la Catedral de Murcia.

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