Trasladado a Salamanca en 1692 junto con el resto de su familia, abrió taller en esta ciudad y se estableció definitivamente en ella. Más prolífico en ensamblaje y escultura que como arquitecto, sus primeros encargos fueron para la iglesia de San Esteban (Salamanca), en la que colaboró con su hermano José Benito. Así, en 1702 realizó el retablo de Santo Tomás para dicha iglesia, aunque según Rodríguez de Ceballos con diseño de su hermano, y reformó el de Santo Domingo, encargado a Pedro Bachiller, para acercar su estilo al anterior.
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