Este cargo deriva de la figura juez de palacio (iudex palatii), que ya existía en el reino de Aragón por lo menos desde el reinado de Alfonso I el Batallador (1104-1134), época en la que consta ya documentalmente su existencia; este juez de palacio acompañaba a la Corte del rey como juez asesor permanente, designado por el propio soberano, y con la única función, en un principio, de senalar la forma de prueba que en cada caso habría de decidir la causa.
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