La historia y la arquitectura La primera fundación monástica en el lugar se debió al patronazgo de los condes de Présaras, quienes organizaron en 952 una doble comunidad, masculina y femenina, bajo la advocación de San Salvador y de Santiago. Tras una primera época de prosperidad, especialmente destacada en tiempos del abad Pedro de Mezonzo (quien llegaría a ser obispo de Iria), el cenobio pasó por una fase de decadencia progresiva, llegando incluso a desaparecer la vida monástica.