Introducción Nombre que reciben distintas razas de perro autóctonas de la Península Ibérica, Baleares y Canarias. El podenco constituye una de las razas más antiguas de la cuenca mediterránea; de su antiquísimo origen dan fe las representaciones que pueden verse en las pinturas rupestres del Mesolitico, h. 10000 a.C, de la cueva de la Vieja (Alpera, Albacete), en las que se reconoce el perfil de este perro. Si bien existen diversas teorías acerca de cómo llegó esta raza a la Península y a las islas, la más aceptada es la que sostiene que proviene del perro del Antiguo Egipto. A partir de este tronco común, se ha desarrollado con características propias en las islas Canarias (podenco canario), Baleares (podenco ibicenco) y Azores (podenco azoriano), así como en la Península Ibérica, donde ha dado lugar al portugués y al andaluz. Excepcionalmente dotado para la caza gracias a su agilidad, astucia, excelente olfato, desarrollada vista y resistencia, el podenco se emplea, sobre todo, en la caza del conejo sin escopeta, tanto de día como de noche; en menor medida, se utiliza también para cazar liebres y para la caza mayor. El Arte de ballestería y montería (1644), de Alonso Martínez del Espinar, y el Tesoro de los perros de caza o Arte de conocer las razas de perros ( 1864), publicado por una Sociedad de Cazadores, aluden al podenco como uno de los perros más apreciados por los cazadores, no tanto por los nobles y aristócratas como por los campesinos, para los que la caza no era un deporte, sino un medio de subsistencia. En 1898 Manuel Rodríguez Lupus publicó el primer libro en el que se catalogaban estos animales, que ha servido como base teórica para la clasificación de esta raza.